Los alimentos y materias primas pueden provocar levantamientos sociales, como acaba de verse en Túnez o Egipto, lo que junto a una excesiva estatalización de las soluciones tras la crisis financiera son los principales riesgos para la economía mundial. Esa parece la primera gran conclusión que se deriva de las discusiones del Foro Económico de Davos, que ayer se vio sacudido por una pequeña explosión, reivindicada por un grupo de izquierdas, que tuvo lugar en el sótano del hotel en que se aloja la delegación del banco UBS, justo cuando Nicolas Sarkzoy, realizaba un rotundo alegato a favor de la moneda europea ante la comunidad empresarial global. Ayer también aterrizó en la localidad suiza la vicepresidenta Salgado, que participó en varias sesiones de trabajo, aunque no hizo ninguna declaración pública.
No fuel el caso del presidente francés, que no obvió en su discurso la preocupación por el «rally» de las materias primas. Sarkozy recordó que tiene planes para el G-20 y el G-8 que incluyen regulaciones en el mercado primario, incluyendo la fijación de posiciones límites y la identificación de especuladores en estos mercados.
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