Hasta hace poco tiempo, el camino hacia el desarrollo era de una sola vía. La vitalidad de la economía de los países ricos era fundamental para que la situación en otras partes del mundo también fuese favorable. Hoy el escenario es otro, y la dependencia de las potencias emergentes en relación con las naciones ricas parece llegar a su fin.
Un estudio publicado por el Centro de Investigaciones del Deutsche Bank llama la atención acerca de un posible intercambio de papeles: “Con el creciente peso de las economías emergentes en la economía global, la gran interacción unilateral se está transformando en un camino de vía recíproca.”El documento fue elaborado por el economista Markus Jäger y analiza el intercambio comercial entre los dos grupos de países. Apunta además que los emergentes logran buenos resultados por sí mismos. En cuanto a los países más poderosos, tienen dificultades para continuar la ruta del crecimiento; mientras tanto, las potencias emergentes dictan el ritmo de la economía global.
La máxima de que un estornudo del lado de los ricos significa un resfriado para los emergentes parece cuestión del pasado. El estudio asegura que “el reciente desempeño de las economías emergentes también muestra que quizá es hora de repensar esa relación.”
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