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No existe ninguna duda de la caja de Pandora destapada con la entrega de decenas de miles de documentos clasificados del Pentágono y del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos, realizado por la organización Wikileaks, que dirige hasta ahora el ciudadano australiano Julian Assange.
Las opiniones de diplomáticos estadounidenses y especialistas militares en el terreno de los hechos, sus verdaderos pensamientos y consideraciones con relación a aconteciimientos pasados o situaciones controversiales de interés de su gobierno. Es algo que desenmascaró sin lugar a dudas la hipócrita , prepotente y falaz posición de la administración norteamericana, ante realidades ocultas con toda intensión.
El error fundamental de Assange estriba en haberse creído el cuento de la llamada democracia representativa y su cacareada “libertad de expresión” en el ámbito del capitalismo; del cual es parte el propio Assange, no lo olvidemos. Desde que le empezaron a llegar este tipo de documentos comprometedores, el australiano comenzó a buscar alianzas y coberturas, para ello acudió a la organización “Freedom House”, conocida filial de fachada de la CIA, subvencionada con fondos federales, ya sean de la propia agencia, de la USAID, o de aportes de “filántropos” empresariales, un hecho que muestra la credulidad de Assange en los instrumentos que posee el sistema.