ALAI
Latinoamérica tiene una realidad continental y subcontinental, absolutamente distinta del resto de los continentes o subcontinentes en el mundo. La diferencia fundamental está en la óptica o perspectiva de ver el mundo, intereses autóctonos o regionales, el fresco crisol de razas y etnias que habitan en ellas. Poseemos uno de los mayores pulmones vegetales, selvas y bosques del planeta al igual que la mayor cantidad de tierras que aun no han sido explotadas y disponemos de grandes recursos hídricos.
Es por eso que nuestras preocupaciones ambientales son específicas y las soluciones deben ser incluyentes, protectoras de todas las especies que vivimos y convivimos en esta parte del planeta. Sin embargo, vivimos la urgencia de atender los avances descontrolados de la deforestación de la Amazonía, las intervenciones humanas que aceleran las sequías de nuestros lagos y ríos, las grandes islas en tierra de desechos sólidos, la densa contaminación atmosférica por dióxido de carbono que ahoga nuestras urbes, entre otras. Estas especificidades ambientales, nos obligan ha replantearnos estrategias muy particulares para su abordaje.
La propuesta del Desarrollo Sustentable, impulsado desde la ONU, expresa la preocupación que ante el inminente agotamiento en el tiempo de los recursos naturales, producto del sobreconsumo: plantea un consumo más “equilibrado” en función de garantizar a las nuevas generaciones, el disfrute de esos mismos recursos, de ese mismo bienestar. De inmediato, ese discurso “generacional”, fue acogido con aplausos y urras y copiado, casi de inmediato, en cada una de las Constituciones de los países latinoamericanos. Hasta se organizaron postgrados en universidades de América Central y del Sur, para profundizar tan “apropiadas reflexiones”.