viernes, 1 de octubre de 2010

REPORTE ESPECIAL (E-M) Ecuador: ¿Intento de golpe de estado o revuelta por reivindicación de derechos?






Desde el editor...

Por: Francisco Rodríguez Ortiz
Imágenes y Videos: Viktor Hasreiter

Quito, 1 de Octubre de 2010.

El 30 de Septiembre será recordado por los ecuatorianos, por América Latina y el mundo como un día en el cual se enfrentó el pueblo contra el pueblo. Nefasta jornada que deja en su saldo dos muertos y casi un centenar de heridos y pone sobre todo en evidencia la precariedad de un sistema político en democracia, que fue puesto en vilo por la irresponsabilidad de unos tantos.

Divido este editorial especial en dos fragmentos, el primero, una crónica de los hechos acontecidos en la República del Ecuador y el segundo, el análisis político del mismo.

Un día para repudiar más no para olvidar.

La mañana se presentaba cálida y soberbia, tenía que viajar a las afueras de la ciudad por cuestiones de índole personal, cuando en un primer intento encontré el camino bloqueado, asumiendo que se trataba de un accidente, enciendo la radio del auto, pero me llevo una sorpresa monumental. Lo que impedía mi traslado no fue lo que precisamente suponía. La emisora alertaba de caminos bloqueados a lo largo y ancho de la capital por la sublevación de un grupo de tropa y oficiales, que buscando la reivindicación de sus derechos -supuestamente afectados por la Ley de Servicio Público, que pasó por el ministerio de la ley y se publicará en el Registro Oficial- acorralaron al presidente Correa en el Regimiento Quito.

Ante los reclamos de la tropa, el presidente acudió al destacamento, donde fue abucheado, insultado y agredido por los policías. Mientras buscaba una ruta alterna para cumplir con mi cometido los acontecimientos recrudecían. Este grupo de la policía -no toda, ni los altos mandos, quienes no obstante hicieron mutis- llamó a un estado de desobediencia –el cual fue cumplido parcialmente en Quito y en algunas ciudades del país. Para las once de la mañana el reporte radial planteó el robo a dos bancos en la provincia de Manabí, saqueos en Guayaquil (puerto principal del Ecuador) y un estado de incertidumbre en general.

Pasado el medio día la situación no cambió, tuve la sensación de estar en fin de semana, los locales comerciales, bancos, universidades, aeropuertos y demás cerrados, todo esto provocado por un temor e incertidumbre generalizados en la sociedad quiteña y ecuatoriana. No obstante, radios afines al régimen hicieron una extensa convocatoria para movilizar a la ciudadanía en respaldo de la gestión del presidente Correa, pero por sobre todo a defender el estado de derecho, la democracia, y el gobierno legítimamente constituido y electo por el pueblo en las urnas.

Las principales concentraciones se agolparon en Carondelet (palacio presidencial) y en las afueras del hospital de la policía –sitio adyacente al Regimiento Quito- donde Correa estaba retenido por las fuerzas sublevadas. Tomé la decisión de ir donde “las papas queman” y pensando en difundir de primera mano, los hechos allí suscitados.

Arribé al lugar aproximadamente a las 3:30 pm, varios cordones policiales armados con gases pimiento y perdigones esperaban la mínima oportunidad de tensión para disparar, en este punto debo decir que el combate de los sublevados casi no hizo uso de los perdigones, pero quién sabe, siempre estaba planteada su opción de uso. Mujeres, jóvenes, niños, funcionarios públicos, policías, agentes vestidos de civil, infiltrados, todos en una batalla campal que por momentos subía de tono. Agresión a la propiedad privada, tres hospitales en el área. El desconcierto, el gas y las fogatas rodeaban el ambiente al ver que los minutos pasaban y el presidente Correa seguía secuestrado.

Poco a poco, y ante la férrea resistencia policial, los manifestantes se fueron retirando, la noche se hacía presente y una decena de rumores rodeaban el ambiente. Que si Correa estaba negociando, que si los policías estaban desgastados, que si arribaban los militares y había un enfrentamiento armado entre fuerzas del orden. Y lo último se consumó. Cerca de las 8:40 pm. Dos centenares de militares armados llegaron al sitio de hecho. El enfrentamiento duró cerca de una hora, militares y policías retados, disparando unos a otros en pos de lograr sus objetivos, para finalmente rescatar al presidente de los ecuatorianos y llevarlo a la Plaza de la Independencia.

Allí Correa pronunció un discurso con el tono que lo caracteriza, expresó su profundo dolor por la “traición a al patria” llevada a cabo por los malos elementos policiales, desacatando su autoridad como Jefe Supremo de las FFAA, así como el anuncio de las respectivas sanciones y una depuración en el cuerpo policial. La convocatoria no fue masiva como se esperó, más por otro lado es entendible en la medida que la gente se encontraba en sus casas por temor a una ciudad que vivió una jornada de pánico, la cual fue aprovechada por los ladrones, quienes “trabajaron a doble jornada” e hicieron su agosto en septiembre.

Y así concluyó el día. Dos muertos, casi un centenar de heridos, destrozos, el presidente en su palacio, y un estado de excepción en Quito y Guayaquil.


¿Intento de golpe o reivindicación de derechos?

La jornada acontecida ayer en la capital de Ecuador deja algunos puntos de análisis que presento a continuación:

1.- La fragilidad del sistema político, entiéndase democracia, que ha vivido nuestro país durante los últimos quince años, en los cuales hemos tenido dos golpes de estado, 3 sucesiones presidenciales, y 7 mandatarios. Es impresionante como una fracción de un cuerpo policial pudo poner en jaque el sistema político y revivir en nuestras mentes, los hechos permanentemente acaecidos en estos últimos tiempos. Es necesario replantear la condición de la democracia y todo lo que ello implica, desde su significación misma y entender los procesos políticos para buscar un escenario en el cual, por los medios establecidos constitucionalmente, se pueda preservar un sistema estable, y que busque consolidarse en desmedro de los fantasmas golpistas.

2.- La negligencia de nuestros políticos. Comenzando por el presidente, quién nunca debió ir a tratar de dialogar, convencer o negociar con insurrectos, y peor aún en las condiciones de salud particulares por las que atraviesa. Luego podemos hablar de algunos sectores de la oposición, quienes aprovechando el caos generalizado buscaron sacar tajada con acciones y petitorios nada entendibles como la renuncia del presidente pedida por Pachacutik (movimiento indígena de izquierda) o la toma de las instalaciones del canal estatal, propiciadas por el abogado del ex presidente Lucio Gutiérrez –a quien Correa acusa de ser la persona que está detrás de todos los hechos de ayer y quién coincidencialmente se encuentra en Brasil-.

3.- Una eventual polarización y radicalización de los posiciones, tanto desde el gobierno cuanto de la oposición, unos y otros están en la responsabilidad de digerir de manera cautelosa los hechos que están por venir, porque lo que está en juego no solo son los interés particulares o de clase y la cuestión del poder, sino ante todo el futuro de una nación que debe perseguir un verdadero debate nacional para acabar con la inestabilidad política.

4.- El rol de los medios como generadores de opinión pública, quienes también son juez y parte en la polarización mencionada a priori. La responsabilidad de los mismos por no asumir una posición política determinada, sino por limitarse a su tarea que es informar al conglomerado social de los acontecimientos tal y como suceden. Este no es un tema solo por los hechos de ayer, es un amplio debate en todas las sociedades en pos de buscar medios responsables y serios en el manejo de la información.

5.- El respeto al orden constitucional establecido, al estado de derecho y las normas legales que están en vigencia. Los reclamos por parte del sector policial en esta ocasión, así como el de otros sectores es válido, más allá de tener o no razón, pero lo que no es aceptable desde ningún punto de vista, es recaer en actos violentos, en enfrentamientos estériles que lo único que han provocado es desestabilizar la aparente tranquilidad de la sociedad ecuatoriana.

6.- La instrumentalización y preponderancia de un discurso sobre otro. Aquí una pequeña disección del tema central; para algunos fue un intento de golpe de estado, para otros, una situación particular que se salió de las manos. Aquí el lector tendrá argumento de juicio suficiente para asimilar una u otra visión, pero ya desde un punto de vista personal creo que no fue un hecho aislado, pues el tablero político estuvo a un paso de cambiar radicalmente. Imaginemos que las Fuerzas Armadas no respaldaban al presidente y al orden constituido, por otro lado algunos sectores en pleno acto de sedición aprovechan las circunstancias para hablar de dimisión, entonces, al menos lo ocurrido ayer se convierte en un acto de desestabilización al régimen y amenaza a la democracia, ya que sin el apoyo de la cúpula militar, es muy probable que estuviésemos analizando otro escenario, de ahí que esto nos lleva de vuelta al punto número uno.

7.- Finalmente, un llamado a la calma a la sociedad ecuatoriana en general, para asimilar estos bochornosos incidentes como una lección para entender y de manera seria entablar un debate nacional en el cual la propuesta principal debe ser la estabilidad pero por sobre todo, la ausencia de violencia perpetrada por uno de los aparatos represivos del estado. Además de convertirnos en sujetos activos, en actores políticos vigilantes del cumplimiento de las normas, de las promesas y de los proyectos del gobierno de turno.