Bajo presión de Alemania y Francia, los líderes de la Unión Europea (UE) han aceptado hoy arriesgarse a realizar una minireforma del tratado europeo para blindar el euro frente a eventuales nuevas crisis financieras de un estado, similares a la griega. A pesar de que el Tratado de Lisboa no lleva ni 11 meses en vigor, los Veintisiete han encargado al presidente de la UE, Herman Van Rompuy, que comience a preparar una modificación limitada del tratado para crear un mecanismo permanente de crisis que salvaguarde la estabilidad financiera de la zona euro en su conjunto y evite que pueda verse perjudicada por los apuros financieros de un estado. La decisión definitiva se adoptará en la próxima cumbre europea de diciembre.
La espinosa demanda alemana de suspender el derecho de voto en el Consejo de Ministros de la UE a los países indisciplinados con sus cuentas públicas ha quedado aplazada para una discusión posterior y no formará parte de la minireforma prevista del tratado, ha explicado Van Rompuy tras concluir la cumbre europea de Bruselas. Pero la cancillera alemana, Angela Merkel, ha evitado que esa drástica sanción política fuera descartada y ha logrado que se mantenga en la agenda europea, pese a la fuerte oposición que despierta en un número elevado de países.