CONATRALÍNEA
Para estudiar la situación y perspectivas de la producción del petróleo se suele recurrir al examen de sus campos gigantes. Hay dos definiciones de éstos: a) aquellos que tienen más de 500 millones de barriles de aceite como reservas recuperables (ésta es la clásica, formulada por el conocido experto estadunidense Richard Nehring) y b) que hayan producido más de 100 mil barriles diarios de aceite, por lo menos durante un año.
Poco más de 100 países producen o han producido petróleo en el mundo. En ellos se han descubierto, aproximadamente, 50 mil campos petroleros de los que sólo el 1 por ciento es gigante, esto es 500 campos; no obstante, ese puñado selecto ha contribuido con un 60 por ciento de la producción mundial.
En México, según los bancos de datos del Instituto de Investigaciones Económicas (Iiec) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se han descubierto unos 400 campos de aceite, de los cuales unos 20, acaso 22 o 23, son gigantes. Pero ese conjunto del 5 por ciento ha contribuido con casi el 80 por ciento del total del petróleo producido en este país a lo largo de su historia. México ha tenido una geología espléndida que le ofreció una dotación mayor a la del promedio mundial de campos gigantes. El objetivo de este artículo es examinar cómo está la situación actual de este tipo de yacimientos, columna vertebral de la producción (backbone of the worl’s oil production, los llama Andrew Gould, ejecutivo mayor de Schlumberger). ¿Todos están muy agotados? ¿La aplicación de nuevas tecnologías lograría repuntar su producción?
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