Federico Steinberg
INFOLATAM
La lejanía geográfica entre América Latina y Egipto, unida a que sus lazos económicos directos son prácticamente insignificantes, hace suponer que la región no sufrirá ningún coletazo directo de la crisis egipcia. Sin embargo, si la inestabilidad se extiende a otros países de Oriente Medio, podría provocar una escalada en los precios del petróleo y una apreciación del dólar, moneda refugio ante episodios de inestabilidad internacional, lo cual empeoraría las brillantes previsiones de crecimiento de América Latina.
Mientras prosiga la inestabilidad política la economía egipcia se deteriorará. Pero como su peso en la economía mundial medido en paridad del poder de compra no alcanza el 0,7% del total, es demasiado poco como alterar por sí solo el crecimiento mundial, y menos el de América Latina, con quien mantiene débiles lazos económicos. Por lo tanto, el impacto podría quedarse en la noticia que conocimos el pasado día 5 de febrero, según la cual la crisis egipcia ha provocado la cancelación de la III Cumbre América del Sur – Países Árabes, que debía celebrarse del 13 al 16 de febrero en Lima.
Sin embargo, históricamente la inestabilidad política en Oriente Medio ha llevado a un crecimiento de los precios del petróleo, que se ha traducido en recesiones globales. Sucedió así en las crisis del petróleo de 1973 y 1979, y, en menor medida, en la recesión de principios de los años noventa, que vino precedida por la primera guerra de Irak.
La crisis egipcia podría contribuir a una nueva escalada del precio del petróleo, que ya se encuentra por encima de los 100 dólares, al menos por dos canales. Primero, a través de la extensión de los vientos de cambio a otros países de la región. Esto incrementaría el riesgo geopolítico incentivando la acumulación de reservas (estratégicas y especulativas) en los países consumidores.
Leer noticia completa