lunes, 13 de diciembre de 2010

Río empieza a soñar con el fin de la violencia en las favelas

EL PAIS

No es ningún secreto que hasta hace poco, en las favelas, la gente común tenía más miedo de las acciones violentas de la guerra de la policía, por ejemplo, perpetrada en sus enfrentamientos con los traficantes de drogas, que a estos últimos. Amparados por una impunidad que ha durado años, la policía, tanto la civil como la militar acaban en sus refriegas, matando a una serie de inocentes sin pagar el peso de la justicia que acaba absolviéndolos como denuncian periódicamente las Organizaciones Internacionales a favor de los Derechos Humanos.

Los traficantes eran vistos, al revés, muchas veces, como mecenas y distribuidores de bondades sociales. Esa imagen ha empezado a cambiar a partir de las 14 favelas en las que se ha llevado a cabo el proyecto de las UPPs (Unidades de Policía Pacificadora), que al instalarse definitivamente en las favelas, con toda la fuerza del Estado, han acabado haciendo huir a los narcos, convirtiendo a las favelas en barrios que ya pueden ser visitados por los de la ciudad "de abajo", del "asfalto", sin peligro de ser álbum de un tiroteo, al mismo que tiempo que sus moradores pueden transitar en ellas sin correr, sin esconderse, ante el miedo de los tiroteos cruzados entre policías y traficantes.

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