domingo, 18 de julio de 2010

Stephen Walt: Cinco grandes preguntas.

Del blog de Stephen Walt en Foreign Policy:

He estado pensando de nuevo sobre la gran estrategia estadounidense y he reflexionado sobre algunas grandes preguntas que deberían ser centrales en el debate alrededor del rol global de los Estados Unidos. Algunas de estas grandes preguntas pueden ser investigadas, otras son por su propia naturaleza más especulativas. Cómo respondes a algunas de ellas también depende de las teorías que piensas son las más poderosas o las más aplicables (p. ej. la teoría realista sugiere un set de respuestas, los enfoques liberales ofrecen un set distinto, etc.), y las respuestas que obtienes deberían tener profundas implicaciones para lo que piensas debería ser la gran estrategia estadounidense.

Entonces, aquí están Las Cinco Grandes Preguntas sobre la política mundial contemporánea.

1. ¿A dónde va el proyecto de la Unión Europea?

La construcción de la Unión Europea fue una muy importante innovación en la política global, pero nuevas dudas han aflorado alrededor de su futuro al largo plazo. Pesimistas tales como Sebastian Rosato de la Universidad de Notre Dame piensan que el punto máximo de la unidad europea ya pasó, mientras optimistas como Andrew Moravcsik de Princeton creen que la actuales dificultades de Europa probablemente van a impulsar futuros pasos hacia la integración. La respuesta a esta pregunta es importante porque la re-emergencia de una genuina política del poder (power politics) dentro de Europa podría forzar a los Estados Unidos a dedicar más atención a un continente que algunos sostienen está “destinado a la paz” y ya no es de mucha preocupación estratégica.

2. Si el poder de China sigue aumentando ¿qué tan fácil va a ser hacer que los estados asiáticos lo contrabalanceen?

La teoría del equilibrio de poder (o si prefieres, la teoría del equilibrio de la amenaza) predice que los estados más débiles van a tratar de limitar la influencia de las potencias ascendentes formando alianzas defensivas contra ellas. El ascenso de China ya está provocando alarma en muchos de sus vecinos, quienes miran hacia los Estados Unidos y entre ellos mismos en busca de ayuda ¿Pero qué tan fuerte va a ser esta tendencia a contrabalancear? Si China se hace realmente poderosa y si los Estados Unidos se retiran completamente, algunos de los vecinos de China podrían sentirse tentados de “subirse al carro” (to bandwagon) con Beijing, facilitando de esta manera la emergencia de una “esfera de influencia” china en Asia. Pero si los vecinos de China obtuviesen apoyo mutuo y de los Estados Unidos, entonces probablemente preferirán contrabalancear.

Pero acá va la pregunta: ¿cuánto apoyo los Estados Unidos deben proveer, dado que este asunto le incumbe más a los estados asiáticos que a nosotros? Si piensas (como yo) que contrabalancear es la tendencia dominante, entonces los Estados Unidos pueden pasarle mucho del peso a Japón, India, Vietnam, etc. Los Estados Unidos podrían hacer un free-ride hasta cierto grado, en lugar de lo contrario. Pero si piensas que estos estados van a estar recelosos de contra-balancear, entonces los Estados Unidos van a tener que cargar mucho del peso por sí solos.

Para hacer las cosas aún más complicadas, tanto los Estados Unidos como sus aliados asiáticos podrían sentirse tentados a hacer un poco de bluffing mutuo para intentar hacer que sus aliados carguen algo más del peso. Los estados asiáticos van a amenazar silenciosamente con realinearse o con volverse neutrales si no obtienen el suficiente apoyo estadounidense o si los Estados Unidos dejan pistas de que van a retirarse si no obtienen lo que quieren de los aliados que están ayudando a proteger. Y esto significa que es un asunto bastante complicado averiguar qué tan importante y qué tan firme debe ser el compromiso estadounidense de sostener una futura coalición de contrabalanceo, y ahí puede haber mucho espacio para el desacuerdo.

Finalmente, la propia conducta de China también va afectar la propensión a contrabalancear de los otros estados asiáticos. Si China juega al “divide y vencerás” y se rehúsa a una conducta demasiado amenazante, entonces sus vecinos van a estar menos preocupados y menos inclinados a buscar lazos más estrechos con los Estados Unidos o entre sí mismos. Si China empieza a lanzar su peso, en contraste, los Estados Unidos encontrarán que es más fácil enlistar aliados y que estarán en una posición más fuerte cuando negocien con ellos.

3. ¿Cuál es la relación entre el gasto de defensa estadounidense, el déficit y la salud y bienestar económico norteamericano?

Mucha gente cree que los Estados Unidos están gastando demasiado en seguridad nacional, especialmente dada la recesión de 2008, el altísimo déficit presupuestario, el inminente retiro de los baby boomers, la crisis fiscal de los estados y gobiernos locales que se avecina y la necesidad de reconstruir infraestructura y de mejorar la educación estadounidense. Yo tiendo a estar de acuerdo con tal punto de vista, pero la verdadera relación entre gastos de defensa y el bienestar económico no es tan clara. Al corto plazo, recortar los gastos de defensa de manera importante va hacer que gente pierda sus empleos y podría hacer que la recesión empeore. Es más, recortar los gastos de defensa no ayuda con el déficit presupuestario si el dinero simplemente pasa a programas de ayuda social.

Como cabría esperar, los economistas que han estudiado el asunto han llegado a una amplia gama de conclusiones (en parte porque los efectos de los gastos o los recortes en defensa dependen de cuál es el estado de la economía en un momento dado). Al final: si estás tratando de averiguar que tan grande debería ser el rol militar global de los Estados Unidos, está es la Gran Pregunta que no puedes pasar por alto.

4. Si los Estados Unidos se retirasen de áreas clave del mundo musulmán –más notablemente Irak y Afganistán-- ¿la amenaza terrorista anti-norteamericana aumentaría o declinaría?

Supuestamente estamos luchando en Afganistán, Irak y otros lugares para “perturbar, derrotar y destruir a al Qaeda”. Pero nuestra presencia militar en esas áreas es una de las grandes razones (además de nuestro incondicional apoyo a Israel y nuestros estrechos lazos con varios gobiernos árabes) de por qué tenemos el problema del terrorismo en primer lugar. Algunos estudiosos, tales como Robert Pape de la Universidad de Chicago, argumentan que el terrorismo anti-norteamericano (y especialmente el terrorismo suicida) declinaría si los Estados Unidos finalizaran estas campañas militares y redujeran su presencia militar en estas regiones. Otros señalan que nuestros esfuerzos militares también inspiran a terroristas domésticos como el inepto Feisal Shahzad, que quiso hacer estallar un artefacto en Times Square. Comentaristas más “halcones” creen que el retirarse estimularía la moral de la red al Qaeda, facilitaría su enrolamiento, la haría más ambiciosa y la alentaría a “seguirnos a casa”.

Como los lectores probablemente sepan, favorezco la primera postura. Pero mi principal punto aquí es que este tema es central para el diseño y la conducción de la gran estrategia estadounidense y se merece un escrutinio más cuidadoso y sistemático. Sería una trágica ironía si inclusive esfuerzos bien intencionados de hacernos más seguros llevasen a políticas que tengan precisamente el efecto contrario.

5. ¿Ha acabado ya la era de la primacía estadounidense? ¿Cómo el final de su primacía pos-Guerra Fría afectará la gran estrategia y la política exterior de los Estados Unidos?

Los Estados Unidos seguirán siendo el estado más poderoso del mundo por un buen tiempo. Su economía será la mayor hasta el 2030 por lo menos y su ingreso per cápita será mucho más alto que aquel de sus rivales potenciales (queriendo decir que hay una gran riqueza potencial para ser movilizada para propósitos nacionales). A diferencia de Europa, Japón y Rusia, la población estadounidense continuará creciendo y no envejecerá tanto. Y tomará un buen espacio de tiempo antes de que cualquier país amase capacidades militares comparables con las nuestras.

No obstante, la posición de primacía que los Estados Unidos gozaron inmediatamente después del colapso soviético se ha erosionado significativamente y es muy improbable que regrese. China está creciendo rápidamente y gradualmente traducirá parte de su creciente riqueza en una mayor capacidad militar. No retará a los Estados Unidos a nivel global, pero probablemente rete a la actual preeminencia norteamericana en el oriente de Asia. A ninguna gran potencia le gusta ver a otra con una gran y visible presencia militar en su propio patio trasero y China no es ninguna excepción a tal regla. Otros estados podrían adquirir una mayor capacidad para disuadirnos (en algún caso incluyendo armas de destrucción masiva) forzando, por tanto, a que los Estados Unidos les traten más cautelosamente de lo que nosotros quisiéramos. Países como Brasil y Turquía han estado creciendo sostenidamente de manera reciente, deshaciéndose de su pasada deferencia a Washington y logrando una considerable influencia en su vecindario inmediato.

Para lograr el éxito, por tanto, la diplomacia y la gran estrategia estadounidenses tendrán que ser más matizadas, receptivas y flexibles de lo que eran en la precedente era de claro dominio de los Estados Unidos (y en el rígido orden global bipolar). Tendremos que negociar donde antes podíamos dictar y ser más receptivos a los intereses de otros estados. La mala noticia es que la matización y flexibilización no le van exactamente bien a los Estados Unidos. Nos gusta blanco o negro, las cruzadas del bien contra el mal y a nuestros lideres les encanta decirle al resto del mundo qué hacer y cuando hacerlo. Peor aún, nuestro sistema político alienta la toma de posturas xenófobas, demonización irreflexiva e implacable inflación de las amenazas, todo combinado con una actitud de “todo lo podemos” que asume que los norteamericanos pueden resolver casi cualquier problema y que tienen que tomar siempre el rol protagónico al enfrentarse con casi cualquier cosa que se presente. Es también un sistema que parece incapaz de reconocer errores y admitir que algunas veces no sabemos que es lo mejor. Líderes como Bush y Obama a veces hablan de la necesidad de la humildad y de la moderación, pero en realidad no actúan en ese sentido. Entonces para mí, una gran pregunta es si los Estados Unidos pueden aprender a cómo lidiar con una distribución de poder ligeramente más horizontal, con un grupo un poco mayor de actores importantes y con un orden global más bien complicado. Es difícil tener confianza pero estoy abierto a ser placenteramente sorprendido.

Puedo pensar también otras preguntas (p. ej. qué tan seria es la amenaza del terrorismo nuclear, cómo el cambio climático afectará la política global, si Irak se estabilizará o colapsará después de la retirada estadounidense, etc.) pero las cinco preguntas listadas arriba son las grandes para mí ahora ¿Para ti?

Leer en el blog de Stephen Walt en Foreign Policy…