En su edición del 20 de julio La Nación reproduce un artículo de Krugman (aparecido en The New York Times), titulado “A grandes logros… baja popularidad”. En el mismo, Krugman trata de explicar “la paradoja Obama”. La paradoja consiste en que el gobierno habría obtenido grandes victorias –la más importante, la reforma del sistema de salud– y sin embargo tiene un bajo índice de aprobación pública. La explicación de Krugman es que se debe a la situación económica. Para eso recuerda una famosa frase, que se convirtió en caballo de batalla de la campaña electoral de Clinton contra Bush, en 1992: “Es la economía, estúpido”. Con esto Clinton quería decir que, a pesar de los éxitos de Bush en política exterior (caída de la URSS, Guerra del Golfo), lo que decidía era la situación económica de EUA de entonces. En su artículo Krugman recuerda que cuando la economía de EUA estaba en crisis, en 1982, la popularidad de Reagan era baja, y mejoró luego, con la recuperación económica. Lo mismo sucede en la actualidad con Obama. En apoyo a su explicación, Krugman cita a Larry Bartels, un profesor en Princeton:
“Las condiciones económicas objetivas –no las audaces publicidades televisivas, los debates y otros hechos efímeros de la campaña cotidiana– son lo más importante para las perspectivas de reelección de un presidente en ejercicio del cargo”. En definitiva, la base de lo político es lo económico.
Pues bien, esto es lo que viene a sostener la tan rechazada teoría de la historia, de Marx y Engels. Las condiciones económicas objetivas son lo más importante. Por supuesto, podemos admitir que la cuestión está expresada de manera tosca, casi primitiva, por los profesores. Pero la esencia del asunto es clara.