En Alemania, país promotor de la protección del clima, los consumidores rechazaron el nuevo biocombustible E10. El caso pone en tela de juicio la viabilidad de los biocombustibles en general, opinan especialistas.
En teoría, la idea parecía irresistible: cimentar en las gasolinerías alemanas el uso del nuevo E10, con el cual se duplicaba la proporción de etanol en el biocombustible en relación con su antecedente directo, el E5, del cinco al diez por ciento.Así, el Gobierno alemán esperaba presentar una medida masiva y concreta en la lucha por reducir las emisiones contaminantes y alcanzar las metas climáticas. Se apelaba sobre todo a Pero ésta, como demostraron los bajísimos niveles de demanda, resultó más ambiciosa de lo que se pensaba. Los conductores alemanes no encontraron suficiente información que les permitiera estar convencidos de utilizar el nuevo biocombustible.
Por el contrario, evidencias muy sólidas le llevaron a rechazar las promesas del E10. La demanda fue tan ínfima, que la industria decidió suspender el suministro del biocombustible en Alemania.
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