Ambos Mundos.
Niall Ferguson es el historiador más mediático de la actualidad, aunque
disguste a muchos de sus compañeros de profesión, y una de las voces más
escuchadas del particular universo conservador anglosajón. No puede
sorprendernos, por tanto, que la revista Time le incluyera hace
algunos años en su elenco de las cien personas más influyentes del
mundo e, incluso, el gobierno británico haya considerado algunas de sus
ideas para mejorar la enseñanza de la historia en las escuelas. Sus
libros, que habitualmente suelen situarse en las listas de libros más
vendidos en Gran Bretaña, tienen la extraña habilidad de fomentar
encendidas polémicas intelectuales, que siempre terminan por escapar del
debate académico. Su último trabajo Civilización. Occidente y el resto
(2011, recién editado en español por Debate) ha vuelto a situarle en el
ojo del huracán. Para sus detractores, entre otras muchas lindezas,
Ferguson es un astuto revisionista, un racista encubierto y un
nostálgico del imperialismo. Esta retahíla de insultos y
descalificaciones podría continuar y, sin duda, continuará creciendo
cuando publique la «biografía oficial» que se encuentra elaborando sobre
Henry Kissinger, gracias a las facilidades ofrecidas por el antiguo
secretario de Estado norteamericano. Esas páginas serán un auténtico
cóctel explosivo que estallará en cuanto vean la luz muy pronto (ya se
ha anunciado el primer volumen para este mismo año).