IADE
La
adopción de un tímido plan multilateral frente a los problemas
ambientales del planeta; el bloqueo parcial a la legitimación del
discurso que plantea la “economía verde” como solución a la
crisis ambiental; y una agenda convergente renovada de los movimientos
sociales, son algunos de los aspectos a destacar de los grandes
encuentros mundiales que se desarrollaron en días pasados en Río de
Janeiro, bajo el paraguas de Río + 20.
La Declaración política de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (20-22 de junio), titulada El Futuro que Queremos, es, como muchos documentos intergubernamentales de su género, una mezcla contradictoria de afirmaciones, recomendaciones, reconocimientos y algunos compromisos, donde se yuxtaponen enfoques de desarrollo, propuestas empresariales y visiones de nuevos paradigmas.
La Declaración política de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (20-22 de junio), titulada El Futuro que Queremos, es, como muchos documentos intergubernamentales de su género, una mezcla contradictoria de afirmaciones, recomendaciones, reconocimientos y algunos compromisos, donde se yuxtaponen enfoques de desarrollo, propuestas empresariales y visiones de nuevos paradigmas.