WSJ AMERICAS
El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia no es una cuestión política de índole partidaria. Es un acuerdo que está en el interés de nuestras políticas económica y exterior nacionales. Después que las dos partes rápidamente concluyan las actuales negociaciones para resolver cuestiones pendientes, será hora de que el Congreso de EE.UU. impulse el acuerdo sin mayores demoras.
Seamos claros: el comercio es crucial para la innovación y el crecimiento económico de EE.UU. Puede expandir las oportunidades para trabajadores y emprendedores, tanto en el país como en el exterior.
Colombia es un ejemplo por excelencia. La Comisión de Comercio Internacional de EE.UU. calcula que el Acuerdo de Libre Comercio con Colombia, o TLC, aumentará las exportaciones de EE.UU. en más de US$1.000 millones al año. Para los agricultores y trabajadores cuyos empleos estas exportaciones ayudarían a sostener, eso es mucho más que una estadística. Para ayudar a que nuestra economía siga recuperándose, deberíamos unirnos en torno de una agenda comercial que incluya la aprobación de este TLC y la extensión de la Asistencia de Ajuste Comercial para trabajadores estadounidenses.