Todo empezó en una colonia de albatros de Hawai. Un estudio descubrió que muchas parejas estaban formadas por dos hembras. La sorpresa obliga a los biólogos a revisar muchos juicios. Ya hay documentada actividad homosexual en 450 especies.
Cuando visité Kaena Point en otoño comenzaban a llegar las primeras aves. La colonia cuenta con unos 120 albatros que crían allí. Poco a poco, van llegando todos y buscan entre la multitud al otro albatros concreto con el que quieren volver a acoplarse.
Una vez juntas, las parejas copulan e incuban un solo huevo durante 65 días. Se turnan: un ave tiene que permanecer en el nido mientras la otra se va a pescar y a comer durante semanas enteras. Las parejas se arreglan mutuamente las plumas y exhiben unos elaborados rituales y comportamientos de apareamiento. "Como los humanos", me explica Marlene Zuk, una bióloga que ha visitado la colonia. "¿Todas esas cosas empalagosas que hacen las parejas, que dan náuseas a todos los demás menos a ellos dos? Las aves hacen lo mismo". Vi muchas parejas juntas, vientre contra vientre, arqueando los cuellos y las cabezas de tal manera que formaban un corazón. Hace unos años, en un discurso que pronunció en Oahu como primera dama estadounidense, Laura Bush elogió a los albatros por emparejarse de por vida. Lindsay C. Young, una bióloga que estudia la colonia de Kaena Point, me dice: "Se suponía que eran símbolos de la monogamia: un macho y una hembra. Pero yo no estoy tan segura de que lo que estemos viendo sean macho y hembra".
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