Perú
Una nueva aritmética política parece estar difundiéndose en América
del Sur: asegurar las adhesiones “electorales” (E) promoviendo el
“consumismo” (C), lo que obliga a incrementar el “extractivismo” (E).
Hay una relación estrecha entre todos estos factores, donde un nuevo
consumismo popular se financia con mayores exportaciones de materias
primas y el fortalecimiento de las monedas nacionales.
No se malinterprete lo que estoy indicando. No estoy en contra del
consumo popular, y por cierto que es muy bienvenido que quienes salen de
la condición de pobreza puedan acceder a elementos indispensables para
sus hogares o tengan sus propios medios de transporte, allí donde sea
necesario.
En cambio, mi alerta es sobre otro énfasis que parece difundirse en varios países, e incluso allí donde hay gobiernos progresistas. Me refiero a la promoción de un consumismo indiscriminado como signo de bienestar y calidad de vida. Es suponer que comprando utensilios de plástico, una gigantesca pantalla plana o un sofisticado celular, se alcanzará rápidamente la felicidad. Es la misma postura que exhibe como grandes avances la inauguración de nuevos centros comerciales o los record en la venta de equipos de aire acondicionado, mientras no se logra resolver el acceso a la vivienda popular o una buena salud pública. Como esas metas no se alcanzan, se contentan con las satisfacciones instantáneas y de corto aliento que brinda el consumo de plásticos baratos o textiles y electrodomésticos asiáticos.
En cambio, mi alerta es sobre otro énfasis que parece difundirse en varios países, e incluso allí donde hay gobiernos progresistas. Me refiero a la promoción de un consumismo indiscriminado como signo de bienestar y calidad de vida. Es suponer que comprando utensilios de plástico, una gigantesca pantalla plana o un sofisticado celular, se alcanzará rápidamente la felicidad. Es la misma postura que exhibe como grandes avances la inauguración de nuevos centros comerciales o los record en la venta de equipos de aire acondicionado, mientras no se logra resolver el acceso a la vivienda popular o una buena salud pública. Como esas metas no se alcanzan, se contentan con las satisfacciones instantáneas y de corto aliento que brinda el consumo de plásticos baratos o textiles y electrodomésticos asiáticos.