miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Crisis de innovación o crisis finaciera?

Kenneth Rogoff/Project Syndicate.

CAMBRIDGE – Mientras los años de lento crecimiento se suceden, aumenta el debate sobre lo que cabe esperar para las próximas décadas. ¿Fue la crisis financiera un revés duro pero transitorio al crecimiento de los países avanzados, o expuso malestares de más largo plazo?

Recientemente unos pocos escritores, incluidos el emprendedor de Internet Peter Thiel y el activista político y ex campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov, han adoptado una interpretación bastante radical del desaceleramiento. En un libro de próxima publicación sostienen que el colapso del crecimiento de los países avanzados no se debe meramente a la crisis financiera, la raíz del problema, proponen, es que las debilidades de estos países reflejan un estancamiento secular en la tecnología y la innovación. Por lo tanto, es poco probable que se verifique un aumento sostenido en el crecimiento de la productividad sin cambios radicales en las políticas de innovación.

El economista Robert Gordon lleva esta idea aún más lejos. Sostiene que el período de rápido progreso tecnológico posterior a la Revolución Industrial puede resultar una excepción de 250 años a la regla del estancamiento en la historia humana. De hecho, sugiere que las innovaciones tecnológicas actuales palidecen cuando se las compara con avances anteriores como la electricidad, el agua corriente, el motor de combustión interna y otros grandes inventos que ya tienen más de un siglo.

Recientemente debatí sobre la tesis del estancamiento tecnológico con Thiel y Kasparov en la Universidad de Oxford, junto con el pionero en encriptación Mark Shuttleworth. Kasparov insistió en preguntar qué agregan verdaderamente los productos como el iPhone 5 a nuestras capacidades y sostuvo que la mayor parte de la ciencia que subyace a la informática moderna fue definida en la década de 1970. Thiel mantuvo que los esfuerzos para combatir la recesión a través de políticas monetarias laxas y estímulos fiscales hiperagresivos se ocupan del problema equivocado y son, por lo tanto, potencialmente muy perjudiciales. 

Estas ideas son muy interesantes, pero evidencia aún parece indicar abrumadoramente que la disminución de la actividad en la economía mundial refleja principalmente los resultados de una crisis financiera sistémica profunda, no de una crisis de innovación secular de largo plazo.