La revista norteamericana Foreign Policy ha publicado recientemente una lista de los monumentos, que a juicio de su staff, son los menos estéticos del planeta. Sin duda, algunos de los listados tienen poco que ofrecer artísticamente, pero reflejan los distintos ambientes políticos de los países en los que fueron construidos. Un monumento, apoyado en su diseño y construcción por las autoridades públicas, es prueba de que la “memoria histórica” de un país no es algo objetivo, sino que en gran medida es una construcción, un relato, producto de las necesidades, proyectos, e intereses de quienes en el presente se encuentran en el poder. La estatua construida hoy podrá ser derribada mañana.
Ahora bien, un Genghis Khan de 40 metros de alto no deja de ser espectacular...
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