Héctor Vega
La región de BíoBío con sus disparidades sociales es una muestra de lo que es Chile sin necesidad de exhibir movimientos telúricos para evaluarlas en sus efectos. Allí coexiste un sector productivo moderno y exportador, de altos ingresos, con una agricultura de subsistencia y bolsones importantes de pobreza en la precordillera andina. Situación que se repite en Maule y O'Higgins aún cuando con menos contrastes, pues la Región de Bío-Bío presenta los menores índices de desarrollo humano (IDH), en sus 10 comunas más pobres que fluctúan entre 0,562 y 0,604, siendo la comuna más pobre, Trehuaco, la que exhibe un IDH de 0,562 y que comparado al IDH promedio de Chile es decir 0.800, con el lugar 44 por sobre el resto de los países latinoamericanos, revela la impactante realidad de una zona que se presenta con uno de los mayores desarrollos del país.
Hemos recorrido la pobreza de la Región de Bío-Bío en una estrecha franja costera y ella se percibe en Curanilahue, Los Alamos, Carampangue, La Araucana, Laraquete, en la ruta de Concepción hacia Los Alamos y Lebu, pero es también la realidad de hileras de pueblos que se sitúan en lo que fue la vía férrea, con viviendas precarias donde pululan mujeres jefes de hogar y niños que crecen sin esperanza, sin salud, ni educación.Pobreza en medio de las ganancias que extrae la riqueza forestal Bosques Arauco, dedicada a la compra de terrenos y plantación de pinos.
En esa realidad social se sitúan los grandes establecimientos productivos de la región del BíoBío, -hoy en su mayoría paralizados por el sismo- a saber energía (eléctrica, petróleo y gas natural), industriales, petroquímica, madera, turismo, infraestructura portuaria con ocho puertos comerciales, pesca industrial, biotecnología aplicada a las áreas forestal, acuícola, alimenticia y medio ambiental, industria transformadora del plástico, agroindustria, industria siderúrgica con la usina de Huachipato y la industria naval de Asmar, hoy destruida por el maremoto. En tres décadas ninguno de esos desarrollos ha tocado la población desempleada del carbón. A un año de la publicación de la ley 19129 de Reconversión Laboral, una encuesta (1993) llegaba a la conclusión que en la comuna de Lota del total de beneficiarios sólo un 38,61% obtuvo trabajo, permaneciendo cesante un 61,39%. Los Planes de Mejoramiento Urbano no eran sino una forma de desempleo disfrazado. Pese que a partir de 2005 el desempleo local es decreciente, este frisa en 9%, y en localidades como Lota y Coronel la cesantía llega al 14%.