Director de Asuntos del Sur
Hoy, más que nunca, los escenarios electorales en Chile son
inciertos. Los padrones ya no cuentan con la predictibilidad que
tuvieron por más de 20 años y la forma de movilizar a votantes -como
quedó claro en las recientes municipales- requiere de una nueva lectura.
Lo he argumentado en diferentes oportunidades en estas páginas y
algunos reaccionaron objetando que la incertidumbre no era más que un
mito. Se equivocaron: la incertidumbre no es un fantasma, sino una
realidad.
Pero si bien la volatilidad del electorado general es grande, la del
electorado con identificación o cercanía partidaria debería ser menor, y
para movilizar a ciudadanos que voten en las primarias UDI-RN, Andrés
Allamand y Laurence Golborne deben hacer la lectura correcta. Por un
lado, el votante medio, al verse enfrentado a un análisis
costo-beneficio, se dio cuenta de que concurrir a las urnas era un acto
extremadamente costoso e ineficiente, un ritual casi absurdo. La ventaja
de una primaria, sin embargo, es que el voto más duro, que sí se
movilizó para las pasadas elecciones municipales, tiene mayores
incentivos para participar, ya que sus creencias están en juego.
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