Alfredo Zaiat
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La “enfermedad holandesa” fue mencionada en las Jornadas Monetarias y  Bancarias realizadas en el Banco Central, notable espacio de  interpelación al pensamiento convencional teniendo en cuenta que la  entidad monetaria ha sido por décadas un reducto de la ortodoxia más  fanática. Esa referencia es importante porque define el tipo de  diagnóstico sobre la economía y, por lo tanto, la estrategia a  implementar para contrarrestarla. La presidenta del Central, Mercedes  Marcó del Pont, afirmó en su discurso de apertura el jueves a la mañana  que “está la necesidad de salir de la trampa que genera la enfermedad  holandesa.
Porque es mucho más difícil para los países en desarrollo  avanzar en la industrialización en momentos, en una fase de la economía  mundial de fuerte alza en los términos de intercambio”. Abordar ese  fenómeno económico implica debatir sobre el nivel de la paridad  cambiaria, las tensiones inflacionarias, el tipo de crecimiento y la  dinámica del empleo y distribución de la riqueza. Es relevante que se  haya abierto ese debate en el ámbito del Banco Central, institución que  las corrientes conservadoras le asignan el exclusivo papel de preservar  el valor de la moneda, que es importante pero no único como objetivos de  la autoridad monetaria. Marcó del Pont lo explicitó al afirmar que su  tarea en el BC es “reconciliar la problemática monetaria y financiera  con lo que ocurre en la esfera de la acumulación y la distribución de la  riqueza”.
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