El recrudecimiento de la crisis de deuda devuelve los máximos históricos a la cotización del oro. Uno de los activos refugio por excelencia recibe una nueva oleada de inversiones, hasta superar la barrera de los 1.600 dólares la onza, fruto de su mayor racha de subidas consecutivas desde 1980.
Las alertas de impago extienden sus efectos por el conjunto de los mercados financieros. Las dudas sobre la solvencia se han disparado, y no sólo en Europa. La falta de acuerdo en Estados Unidos para ampliar su techo de gasto mantiene en vilo a los analistas, y a las agencias de ráting.