ATENEA DIGITAL
La eliminación del fundador y líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, por las fuerzas especiales estadounidenses, en la madrugada del 2 de mayo a 100 kilómetros de Islamabad, es una buena noticia para EEUU, un éxito para su Gobierno, y un alivio para su población, tras largos años de búsqueda de su enemigo número uno. Ahora lo relevante es analizar qué consecuencias tiene este hecho para el futuro de una red terrorista que algunos consideran debilitad,a pero que pervive y que sigue golpeando, o inspirando a otros a golpear, por doquier.
Bin Laden y Abdallah Azzam fundaron Al Qaeda en 1988 en Peshawar, en el mismo suelo paquistaní que ha visto morir a ambos: al segundo en 1989 y al primero ahora, 23 años después, ambos violentamente. Precisamente Afganistán y Pakistán, el Af/Pak del presidente Barack Obama, han sido el escenario privilegiado de actuación de la empresa terrorista por ellos fundada, hasta hoy, desdiciendo a quienes afirman en los últimos meses - e incluso años - que el terrorismo yihadista salafista está en declive. Una nebulosa como Al Qaeda no está en declive porque no consiga golpear con éxito a países occidentales, sobre todo si sigue golpeando con saña en muchos lugares a la vez, o inspirando a otros para hacerlo, y si además si sigue intentándolo sin tregua en suelo occidental o contra occidentales de cualquier origen y condición (soldados, cooperantes, periodistas) desplazados.