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Con la misma fuerza que hace más de medio siglo Fidel Castro sacó de una patada los campos de golf de Cuba, calificados de muestra de los excesos de la burguesía, su hermano y sucesor, Raúl Castro, ha dado el primer swing en dirección opuesta. Y varias empresas españolas, británicas y mexicanas que tienen hoteles en el Caribe han sido las primeras en mostrar su interés en invertir en los 16 complejos de lujo con campos de golf con los que el Gobierno cubano aspira a elevar el número y nivel de los turistas que visitan la isla.
La Feria Internacional del Turismo (FITCUBA 2011) que se celebra estos días en La Habana ha servido de marco para que el ministro del ramo, Manuel Marrero, destacara el golf por encima de los otros 13 lineamientos que el sexto congreso del Partido Comunista (PCC) aprobó en abril para el «desarrollo del turismo como dinamizador de la economía». Muchos asistentes a la feria señalaron que la reforma es «muy interesante para la inversión extranjera».
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