Con la frase, “desde afuera nos quieren imponer un nuevo presidente” el narco-presidente Uribe denuncia que tiene el Cristo de espaldas, y que como el personaje garciamarquiano del otoño del patriarca, ve impávido como los gallinazos se meten por los balcones de la casa presidencial. Uribe, sabe que con la hiena Santos las campanas de la gloria doblan, en un sonido lúgubre anunciando la mala-nueva de que los tiempos malos llegaron con un esténtor que se escucha en los salones de la CORTE PENAL INTERNACIONAL.
Empecemos
No transcendió el contenido de la reunión relámpago que sostuvo el director de la CIA con el narcopresidente Uribe. Todos sabemos que el dossier, con que los EEUU presionan a Uribe -alvaraco- tiene muchas páginas, y si alguien conoce el perfil criminal de Uribe, son los gringos. Cada movimiento del paraco, está debidamente documentado. Este dossier, le ha dando a los EEUU un poder sobre Uribe, que se combina con su entreguismo de cipayo. Cipayismo y dossier mafioso han sido la correa de transmisión de cómo los EEUU han tenido injerencia en Bogotá. La otrora manía del embajador gringo poniendo y quitando generales dio paso, con la era Uribe, a la instrumentalización de un presidente con rabo de paja, y que sin ninguno reparo moral entregó el país, sacrificó la nación, para salvarse él.
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