lunes, 24 de septiembre de 2012

El TPP: un proyecto neoliberal a ultranza

Sally Burch
ALAI

El 6 de septiembre de este año inició la 14ª ronda de negociaciones de la Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) que, según el presidente Obama, constituiría el modelo de acuerdo comercial “de alto nivel” para el nuevo siglo, que pronto podría aplicarse en todo el mundo.  En estas negociaciones han venido participando nueve países que bordean el océano Pacífico: Estados Unidos, Perú, Chile, Australia, Nueva Zelandia, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam.  En la última ronda, en julio, se aceptó en principio el ingreso de los otros dos socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte -Canadá y México- con lo cual el TPP podría convertirse en una especie de TLCAN ampliado y reforzado.  Japón también ha expresado interés por ingresar, pero no ha realizado aún un pedido formal, debido, entre otras razones, a la oposición que enfrenta internamente.  Toda vez, estos tres países –como otros que se sumen luego- no podrán incidir en el contenido de las negociaciones.
 
De lo poco que se conoce al respecto –pues los documentos de negociación se mantienen bajo estricta reserva- el TPP es un modelo altamente preocupante, pues va aún más allá de la mayoría de tratados precedentes.  Exigirá la modificación de numerosas leyes internas de los países signatarios respecto a derechos de propiedad intelectual, inversión y protección ambiental y otros temas.  Permitiría a las empresas extranjeras enjuiciar a países soberanos si imponen restricciones que afecten sus intereses.  Amenazaría el acceso a medicamentos esenciales en los países en desarrollo, y haría peligrar el libre acceso a la información en Internet.  Pero sobre todo, el TPP se negocia con una falta total de transparencia, que hace que la ciudadanía no pueda opinar sobre decisiones fundamentales que comprometerían a sus respectivos países y su soberanía durante las próximas décadas.

Link