Grupo de Estudios Estratégicos
El antes y el después del repliegue militar estadounidense de Irak, por
un lado, y el deterioro de la situación en Siria desde el punto de vista
del régimen de Bashar El Assad deben, ambos factores, de ser tenidos en
cuenta a la hora de evaluar la aceleración de los ataques contra la
mayoritaria comunidad shií en la República de Irak. El primero, para
desdecir a algunos analistas que veían el activismo terrorista ante todo
y sobre todo como reacción a la ocupación extranjera – y ello aunque
entonces (entre 2003 y 2011), como ahora, el mayor número de víctimas de
dichos ataques han venido siendo musulmanes. El segundo para poner en
relación dos procesos aparentemente diferentes pero que cada vez
encuentran más puntos en común. Si en Siria se dilucida no sólo un
levantamiento opositor contra un régimen totalitario, ubicado además en
el contexto general de las revueltas árabes, también lo hace un pulso
que existe desde antiguo, entre suníes ortodoxos y shiíes heterodoxos
del Islam, que en suelo sirio y en el momento actual encuentra ahora un
punto de máxima fricción. El problema es que dicha fricción ya se venía
dilucidando en suelo iraquí desde hacía años, pero ahora con el
agravamiento del conflicto en Siria las circunstancias obligan a un
recrudecimiento de los ataques en un formato terrorista que se acelera
en los últimos meses.