Nuestra
Sociedad tiene desde hace varias décadas un factor de desgaste
económico y social, de desangre de sus hijos y de ingobernabilidad
política, en el enfrentamiento armado interno y buscar su superación
definitiva es una de las prioridades de los gobiernos; de hecho es un
mandato constitucional en cabeza del Presidente, pero también un derecho
de los ciudadanos. Es uno de nuestros mayores problemas de seguridad
interna, por no decir que el fundamental.
Los
gobiernos desde hace varias décadas han venido haciendo esfuerzos para
su cierre, tanto con la acción armada de la Fuerza Pública, como con
aproximaciones para buscar salidas políticas negociadas –a través de
diversas estrategias- y efectivamente algunos han tenido mayores
resultados que otros, pero lo cierto es que no hemos podido darle un
cierre definitivo al mismo. Por ello tiene razón el Presidente Santos
cuando ha señalado que la búsqueda de la paz es la prioridad de su
gobierno y ha utilizado en distintos momentos –desde el discurso de su
elección- la metáfora de la ‘llave de la paz’ para hacer referencia a
las posibilidades de abrir una ventana de cierre definitivo de este
conflicto armado.
Por
ello no es novedoso que se especule sobre ‘enviados presidenciales’,
intentando explorar las posibilidades para un proceso de conversaciones
con estas organizaciones alzadas en armas contra el Estado. No sólo es
de la potestad presidencial hacerlo, sino es su deber y sólo él valorara
en qué momento están dadas las condiciones para anunciarlo al país.
Porque una cosa son las exploraciones –que siempre deben hacerse dentro
del mayor sigilo y eso lo saben todos los ex presidentes que en algún
momento de su mandato lo hicieron- y otra es la definición de una agenda
de estas conversaciones y la culminación de las mismas que es la firma
de los acuerdos.