La Jornada
Estados Unidos e Israel, consagrados de cuerpo entero a la guerra, han requerido poderosos lobbies académicos y multimediáticos para impulsar sus agendas geopolíticas.
La carrera armamentista –un superlativo negocio– y la procuración de las guerras necesitan
recursos humanos, reclutados en las universidades y los multimedia, para persuadir sobre la nobleza filantrópica de sus fines ante una opinión pública deliberadamente desinformada.
Fuera de los propios instigadores cupulares de las guerras, de no ser
por una elite de investigadores lejanos a las lubricaciones
pecuniarias, nadie sabría la razón por la cual fueron lanzadas dos
bombas nucleares por Estados Unidos en Japón (La decisión para usar la bomba atómica y la arquitectura del mito estadunidense, Gar Alperovitz, Knopf, 1995)