Siempre me sorprende que los políticos y los medios de comunicación del mundo gasten casi toda su energía en debatir perspectivas geopolíticas que no van a ocurrir, mientras ignoran los procesos importantes que están ocurriendo.
Aquí hay una lista de los más importantes no-eventos venideros que hemos estado debatiendo y analizando: Israel no va a bombardear Irán; el euro no va a desaparecer; las potencias extranjeras no se van a involucrar en acciones militares dentro de Siria; el repunte de disturbios populares por todo el mundo no se va a desvanecer.
Entretanto, con una mínima cobertura en los medios y en Internet, se inauguró el gasoducto Nord Stream en Lubmin, en la costa del Báltico alemán, el 8 de noviembre, con la presencia del presidente Medvediev de Rusia y los primeros ministros de Alemania, Francia y Holanda, además del director de Gazprom (la exportadora de gas rusa) y el comisionado de Energía de la Unión Europea. Esto si es algo que cambia el juego geopolítico, a diferencia de los no-eventos ampliamente discutidos que no van a ocurrir.
¿Qué es el gasoducto Nord Stream? De manera muy simple, es un gasoducto que fue instalado en el mar Báltico, de Vyborg, cerca de San Petersburgo, en Rusia, a Lubmin, cerca de la frontera polaca en Alemania, sin pasar por ningún otro país. De Alemania puede seguir a Francia, Holanda, Dinamarca, Gran Bretaña y a otros ansiosos compradores de gas ruso.
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