27 de noviembre de 2011
por Tom Donilon (consejero de seguridad nacional de Barack Obama).
Uno de los mayores desafíos que todo presidente estadounidense debe enfrentar, es el asegurarse que los eventos del día a día no se conviertan en crisis en cascada que obstaculicen la persecución de las prioridades e intereses a largo plazo del país.
Esto ha sido particularmente cierto a lo largo de los últimos tres años, durante los cuales los Estados Unidos han confrontado una avasallante gama de desafíos: crisis financieras globales, las guerras de Irak y Afganistán, amenazas terroristas, desafíos directos a los regímenes de no proliferación nuclear y los eventos todavía en curso en el Medio Oriente y África del Norte.
Al mismo tiempo que hemos lidiado con estas dinámicas, el presidente Barack Obama ha buscado un rebalanceo de nuestras prioridades de política exterior -y renovado viejas alianzas, incluyendo la OTAN- para asegurar que nuestra concentración y nuestros recursos concuerden con los más importantes intereses estratégicos de nuestra nación.
En su reciente gira al Asia Pacífico, el presidente ha dejado en claro que la piedra angular de su estrategia incluye un intensificado rol estadounidense en esta región vital. La seguridad, prosperidad y la dignidad humana que los Estados Unidos y sus aliados buscan en la región requiere que los derechos y responsabilidades de las naciones sean mantenidas. Las naciones deben jugar con las mismas reglas.
La seguridad en la región requiere que las normas y la ley internacional sean respetadas, que el comercio y la libre navegación de los mares no sean impedidas, que las potencias emergentes construyan confianza con sus vecinos y que los desacuerdos sean resueltos pacíficamente, sin amenazas ni coerción. En el Asia Pacífico, esto requiere que los Estados Unidos mantengan y perfeccionen una fuerte red de aliados y socios.
Durante su viaje este mes, el presidente se reunió con líderes de cada aliado de los Estados Unidos en Asia y muchos de nuestros socios con el objetivo de reafirmar nuestro inquebrantable compromiso con la seguridad regional. En la Cumbre del Este de Asia en Bali, el presidente de los Estados Unidos dejó sentados los principios guiarán el enfrentamiento de desafíos como la seguridad marítima, incluyendo aquella en el Mar de China Meridional.
Aún más significativo, el presidente delineó nuestra futura postura de defensa en la región -una presencia mejor distribuida, más flexible y más sostenible. La primera manifestación de esta estrategia es el despliegue rotativo de aviones e infantes de marina en Australia, lo que contribuirá a la seguridad de rutas marítimas vitales para la economía global.
Es claro que los Estados Unidos deberemos recortar nuestro presupuesto de defensa a lo largo de los próximos diez años. A pesar de estas limitaciones fiscales, el presidente ha perfilado una decisión estratégica durante su estadía en Canberra -las reducciones en los gastos de defensa no se darán a expensas del Asia Pacífico. No habrá disminución de nuestra presencia militar en la región.
De la misma manera como ha sido durante décadas, nuestra red de alianzas y socios seguirá siendo el fundamento de la prosperidad de la región. Como parte de un orden económico internacional abierto, las naciones deben jugar con las mismas reglas, incluyendo un comercio que sea libre y justo, es decir, una cancha equilibrada en la que las empresas puedan competir, la propiedad intelectual sea respetada en todo lugar y los tipos de cambio de las divisas sean determinados por el mercado.
Continuamos progresando hacia la construcción de una intrincada economía regional que defienda normas y reglas en las que gane el mejor, incluyendo principios comunes para la innovación impulsada por el mercado. Al mismo tiempo, los Estados Unidos están trabajando cercanamente con ocho economías regionales para concretar una Sociedad Trans-Pacífica, un ambicioso acuerdo de libre comercio de altos estándares. Otros países que quisieran ser parte de este modelo y de sus beneficios necesitarán elevarse a estos mismos altos estándares, incluyendo asuntos de propiedad intelectual, trabajo y empresas estatales.
Finalmente, el Asia Pacífico será más segura y próspera cuando las naciones defiendan valores que son universales. No es coincidencia que nuestros aliados más cercanos en la región sean sólidas democracias. Nuestros valores comunes son una fuente fundamental de fortaleza, por lo que los Estados Unidos se asocian con democracias en crecimiento como Indonesia.
Al elevar esta dinámica región como una de nuestras máximas prioridades estratégicas, el Presidente Obama está demostrando que nuestro buque de estado no será desplazado por las crisis prevalentes. Al fortalecer las reglas internacionales que deben ser la base de nuestro futuro compartido -y al asegurar que los gobiernos se rijan por esas reglas- cada una de nuestras naciones será más segura y más próspera.
LinkTraducido por Daniel García Sanz.