jueves, 10 de junio de 2010

El dilema argentino: cómo lograr una cobertura social sin generar inflación

CRONISTA
GUSTAVO CERRUTI/SUBDIRECTOR ECONOMÍA

El uso del salario mínimo como índice de referencia para las negociaciones salariales no es un invento argentino. Ni siquiera se trata de una fórmula desconocida por estas tierras. La experiencia local más reciente data de la década del setenta. Brasil, en tanto, al día de hoy utiliza un sistema híbrido en dónde conviven negociaciones colectivas y una actualización del mínimo.

Pero la Argentina de los setenta no es la Argentina del nuevo milenio. Por entonces la indexación ya era una bomba de tiempo que generaba un círculo vicioso con aumentos de precios y que llevaba a los trabajadores y empresarios a un recurrente juego de suma cero: lo que se ganaba por mejoras de salarios se perdía por inflación; y para los empresarios lo que se obtenía por incremento de precios se resignaba por mayores costos.

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