Con  700 mil millones de dólares de reservas monetarias, 400 millones de  habitantes, grandes reservas de hidrocarburos, autonomía energética,  importantes yacimientos mineros, la mayor biodiversidad del planeta, la  región sudamericana no tienen ningún motivo para no despegarse de la  crisis sistémica en curso y elaborar su propia agenda política y  económica.
 En  las últimas semanas, ministros y presidentes de la región se  pronunciaron por establecer medidas defensivas para evitar contagios de  la crisis que afecta al primer mundo. Cristina Fernández dijo que  “debemos blindar la región para no perder lo que hemos logrado”[1]. Guido Mantega, ministro de Hacienda de Brasil, se pronunció por establecer “un cordón de aislamiento” para evitar perjuicios[2].  Hasta el conservador presidente de Colombia Juan Manuel Santos advirtió  en la Cumbre de UNASUR en Lima que se deben contrarrestar los efectos  nocivos de las crisis económicas por las que atraviesa Estados Unidos y  Europa que devalúan los ahorros de la región[3].
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