"Serpientes, sed, calor y arena. Únicamente Libia puede ofrecer esa multitud de desgracias, capaz de poner en fuga a cualquier hombre."
Lucano, Farsalia
La actual operación militar contra Libia se basa en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU [1] y su objetivo es proteger a los civiles. Las declaraciones del presidente Obama, del primer ministro David Cameron, del presidente Sarkozy [2] y de otros dirigentes han subrayado el carácter humanitario de esta intervención, cuyo objetivo oficial es impedir que las fuerzas favorables a la democracia y los partidarios de los derechos humanos sean masacrados por el régimen de Kadhafi.
Al mismo tiempo, numerosos comentaristas han expresado sin embargo cierta ansiedad ante el misterio que rodea el gobierno antikadhafista de transición surgido a principios de marzo en la ciudad de Benghazi, situada en el distrito cirenaico, en el noreste de Libia. Francia y Portugal ya reconocieron ese gobierno como único representante legítimo del pueblo libio. El Consejo de los sublevados cuenta al parecer un poco más de 30 delegados cuya identidad se mantiene, en la mayoría de los casos, bajo un manto de misterio.
Los nombres de más de una docena de miembros de ese Consejo se mantienen incluso en secreto, supuestamente para proteger a esas personas de la [posible] venganza de Kadhafi. Pero el secreto que rodea la identidad de esas personas pudiera deberse a otras razones. A pesar de numerosas incógnitas, la ONU y buena parte de las principales naciones miembros de la OTAN, como Estados Unidos, se apresuraron a ayudar a las fuerzas rebeldes a través de incursiones aéreas, lo que ha resultado en la pérdida de uno o dos aviones de la coalición, con la perspectiva de pérdidas aún más importantes en caso de invasión [terrestre].